¿Qué tienen en común los conflictos tribales en África y la venta de soja en Carlos Casares? En este primer episodio, y a manera de introducción al podcast, Fede Lamas y Nahuel Lanzón exploran como el fútbol nos puede hacer conocer las tensiones en una determinada sociedad.
Notas del Episodio
Introducción: ¿Por qué AlterFútbol?
El lugar que tiene el fútbol en los medios solo refiere a «lo importante» (aunque nosotros creamos que no sea lo único): El Barcelona, el Real Madrid, la Premier League, o en Argentina, equipos como Boca y River, por poner ejemplos. Todo lo demás queda reducido, en el mejor de los casos, a segmentos menores o reservado para cuando suceda algo gracioso o bizarro.
Ese «Otro fútbol» (de ahí alter, «otro» en latín), que en realidad es la mayor parte del fútbol, es el que queremos rescatar en este podcast. Pero no solo queremos rescatarlo y mencionarlo. Queremos darle un contexto, y usar esas historias para descubrir mas sobre determinadas sociedades. El fútbol es una puerta de entrada para conocerlas y entenderlas, y eso también es el otro costado que queremos resaltar en este podcast.
Por ejemplo, el fútbol puede ser una herramienta que nos ayude a entender las diferentes tensiones sociales que vive una sociedad en un determinado momento. Y de eso, a manera de introducción, hablamos en este primer episodio.
El fútbol y la tensión social
A lo largo del episodio exploramos distintos ejemplos en dónde el fútbol nos permite ver la tensión social de una determinada sociedad. Nahuel Lanzón se encarga de graficar como el fútbol juega su rol en los conflictos tribales en algunos países africanos, mientras que Fede Lamas habla de cómo el fútbol ayuda a entender incluso hasta la dinámica de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. Este es el caso de Carlos Casares y el club Agropecuario.
Fútbol y tribalismo en África
Una tribu, lejos de nuestro prejuicio occidental, es nada mas (y nada menos) que un grupo étnico que comparte rituales, tradiciones, modos de vestirse, un lenguaje y una religión. En África, las tribus anteceden por cientos (y a veces miles) de años a los países tales como los conocemos, cuya delimitación se debe mas a la colonización y posterior des-colonización europea.
Por eso, no es de extrañar que las cuestiones tribales sean tan fuertes que, en muchos casos, llegan a conflictos bélicos o guerras civiles. En el caso del fútbol, muchas veces sucede que distintos equipos se suelen identificar con una determinada tribu.
Tomemos el ejemplo de Zimbabue. Uno de los clásicos mas importantes del país, conocido como la batalla de Zimbabue, es el que juegan el Highlanders FC y el Dynamo FC, dos de los equipos mas tradicionales del país. El Highlanders es un equipo ubicado en la ciudad de Bulawayo, y representa a la tribu Ndebele. De hecho, el equipo es fundado en 1926 por nietos de un rey de la misma tribu. Rápidamente logra una popularidad muy alta venciendo a equipos formados por europeos.
La tribu Ndebele luego de la independencia iba a hacerse de un poderío militar superior en el país, lo que se sumaba a los conflictos de larga data que tenían con una tribu opuesta, los Shona. En ese contexto, un equipo comenzó a ganarle de manera repetida al Highlanders: el Dynamos FC de la ciudad de Harare. Así fue como muchas personas de la tribu Shona comenzaron a identificarse con el equipo. Solo porque derrotaba al equipo de la tribu dominante en ese momento. Así, el clásico no solo enfrenta a las dos ciudades mas importantes de Zimbabue, sino que también enfrenta a dos de sus mayores tribus.
Algo similar sucede en Kenia. Ahí los dos equipos mas importantes del país, el Gor Mahia y el AFC Leopards, tienen una fuerte representación tribal. En el caso del Gor Mahia, es un equipo fuertemente vinculado al grupo étnico Luo. Si bien no son mayoría en el país, sí son una tribu con un gran poderío político, sobre todo tras la independencia. El AFC Leopards, por otro lado, está mas vinculado con la tribu Luhya.
Distinto es el caso de Ruanda. Un 85% de su población pertenece al grupo étnico Hutu. En ese contexto, el equipo mas popular del país, el Rayyon Sports, no tenía una filiación tribal. Era simplemente el equipo mas popular de Ruanda. La población Tutsi, que fue masacrada durante el genocidio ruandés, si bien representa a un 14% de la población, fue la que llegó al poder tras la guerra civil. Una vez en el poder, un equipo fundado por el partido político gobernante, el Armée Patriotique Rwandaise FC (o APR) comienza a hegemonizar el fútbol local, algo que sucede hasta hoy.
En ese contexto, ese equipo comienza a ser identificado como el equipo de los Tutsi (aunque su hinchada sea mas variada), y muchos hinchas del Rayyon Sports tomaron a ese equipo como clásico, dejando filtrar esta rivalidad tribal. Una explicación un poco mas detallada sobre el fútbol y la guerra civil ruandesa se encuentra en este hilo de twitter de Nahuel
«El equipo del patrón»: El caso de Agropecuario de Carlos Casares
En Argentina, la vinculación entre el fútbol y la sociedad es mas bien diferente. A pesar de su popularidad, la identificación entre un sector de la sociedad y su club de fútbol responde mas a cuestiones geográficas (por ejemplo, el barrio o la ciudad), o sencillamente al club en sí, que toma un lugar preponderante en la estructura social. Esto se exacerba, en nuestra opinión, a partir de la dictadura y su intento por borrar todo tipo de asociación política. Una vez recuperada la democracia, el fútbol siguió por este carril.
La cuestión de «las barras» también ayuda a afianzar este concepto. Su importancia y su vinculación mas con actividades delictivas que con cuestiones políticas (algo que sí es mas patente en Europa, por ejemplo), hacen que este tipo de tensiones sociales queden mas ocultas.
Sin embargo, podemos encontrar trazos de estas dinámicas en el interior, donde el arraigo de los clubes en algunos casos sigue respondiendo a estas cuestiones. Un buen ejemplo es el de la ciudad de Carlos Casares.
La liga Casarense de fútbol tiene equipos históricos y con tradición dentro de su conformación, como el Deportivo Casares o Atlético Casares. Bernardo Grobocopatel, primo del empresario Gustavo, quiso incursionar en el fútbol intentando comprar en un primer momento alguno de estos clubes. Esta acción naufragó porque los clubes lo impidieron, y así decidió crear su propio equipo: Agropecuario de Carlos Casares.
Gracias a la masa de recursos provenientes del agro (especialmente de la soja), rapidamente el equipo pudo escalar en la pirámide del fútbol argentino hasta llegar al Nacional B (o Primera Nacional, como se la llama hoy), donde tiene muchas chances de ascender a la Superliga debido a la diferencia de presupuestos.
Aún así, la gente de Carlos Casares no se termina de identificar con el club. Los que van a la cancha, lo hacen mas como una actividad recreativa que como un rito para ver a su equipo: Eso sucede los sábados, en la liga regional. Ante esta falta de «hinchada», el club llegó a tratar de comprar hinchas que alienten a su equipo durante los partidos.
Otra cuestión que podemos notar acá es la lucha de clases. Muchos de estos clubes regionales tienen una fuerte base de apoyo en los trabajadores del campo de la zona. Estos mismos hinchas se niegan rotundamente a alentar «al equipo del patrón». Mucho menos a dejar que sus clubes sean tomados por los dólares de la soja.
Una crónica mas detallada sobre el fútbol en Carlos Casares y la tensión entre Agropecuario y el resto de los clubes se puede encontrar en esta nota que escribió Fede para Diario Popular.
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